domingo, 9 de noviembre de 2014

Proyecto salón concierto

Los profesores del conservatorio enseñan música para… ¿que los alumnos interpreten música?
Todo el establecimiento está estructurado en la docencia con audiciones que completan la evaluación.
La participación adicional en conciertos es una actividad extra-académica que queda relativamente al margen de las actuaciones departamentales.



El centro cumple su función pedagógica, pero falta conservar viva la música con interpretaciones en directo.
Sin renombre no hay agenda. Sin tablas no hay renombre. Sin intérpretes no hay música. La música no interpretada está condenada a la bibliotecas (si no se queman).

Los alumnos del conservatorio se inscriben por las ganas de cultivar este arte a instancia propia o de sus padres. Muchas veces pierden vocación por falta de disciplina. ¿O no ejercitan la disciplina por falta de vocación? ¿Falta de sintonía con un profesor? ¿O será que no se cultiva la vocación en medio de tanta regulación administrativa con la que operan los conservatorios?
El reto es provocar esa llamada a la interpretación a todos los niveles. Parecería que los grandes maestros apabullan a los pequeños aprendices cohibiéndoles por el miedo a una mala ejecución destrozando composiciones. Cuando la realidad seguro que es la contraria y a los maestros les gusta descubrir nuevos talentos. Seguro que a un gran intérprete, precede un gran oído. ¿o quizá crezcan juntos? ¿No faltan oportunidades en que una buena interpretación fascine e invoque a la imitación y ejercicio musical?

Con la popularización de la música erudita, antes reservada a clérigos y altas cortes, los burgueses llenaron sus salones de arpas, pianos, guitarras o violines con los que reproducían los aires famosos que deleitaban en los teatros. O libros de canciones para interpretar en el salón familiar. Son particularmente abundantes los títulos de “variaciones sobre el tema…. de tal o cual autor” como Rossini, Verdi, Mozart del periodo clásico y romántico que abarcaron el siglo XIX y principios del XX en reducciones para piano o adaptaciones a otros instrumentos. La propia novela del siglo diecinueve está salpicada de escenas domésticas en que la velada transcurría tañendo melodías y cantando partituras recién traídas de Paris o Viena.

En esa época se fundaron los conservatorios para que no se perdiera el arte musical (y de danza), y que se mantuviera una cultura más allá de la moda sin perder el trabajo publicado de tantos grandes talentos y maestros de la composición, y la mayoría de las veces también de la pedagogía. La riqueza de un conservatorio no es su continente (en nuestro caso un edificio de prestado con claras deficiencias), sino el elenco de profesores y, más aún, de los artistas –o la ilusión de alumnos- que medren en él. Siempre hubo reformas administrativas contra la educación, pero eso no debe minar la ilusión por la música y el ansia de sembrarla por doquier.



El desarrollo tecnológico, rodillos de cera, pizarras, vinilos, musi-casettes, CD´s etc han sigo una potente herramienta de difusión de nuevos talentos y modas pero la tenaza del Copy Right y el negocio industrial de la música impide una reproducción "no enlatada”. Antaño el negocio era la publicación de partituras, y era el medio de vida de los autores de éxito junto con las representaciones. Los derechos de autor merecen su respeto pero también choca con la conservación de la música viva ya que las publicaciones de partituras son muy costosas. Pero como caduca a los 80 años existen miles de partituras accesibles en Internet ansiando ser resucitadas por nuevos intérpretes para dar un nuevo aliento a las composiciones de maestros pasados.

Yo me pregunto si se podría recuperar ese salón del diecinueve, en el que los alumnos animemos la velada interpretando nuestras pequeñas piezas. ¿A cuántos les gustaría, pero no se atreven? Necesitamos un espacio en el que soltarnos y animarnos unos a otros. Si no hay un poco de fiesta musical, el mero estudio, es aburrido. Se enseñan destrezas que no hay interés en aplicar, especialmente entre los alumnos adolescentes que tienen tantas fuentes de distracción y tareas escolares.

¿Porqué salón - concierto y no simplemente conciertos de alumnos? Porque la intención no es sólo interpretar sino fomentar un foro para el encuentro, la provocación, el deleite y la instrucción.

Ved la defiinición del salón literario. En su versión inglesa salon - gathering, cómo suele ocurrir tenemos mucha más extensión.




En el Consejo Escolar solicitamos a la dirección del conservatorio que nos preste un aula para celebrar veladas de: Salón concierto. ¡Gracias por la disponibilidad!

Por lo tanto sólo falta animar a los estudiantes a que participen, lo que convocaremos por carteles.



Pero si estas razones no son suficientes quiero añadir algunos extractos del DECRETO 60/2007, de 7 de junio, por el que se establece el currículo de las enseñanzas elementales y profesionales de música en la Comunidad de Castilla y León.

Artículo 7.– Objetivos de las enseñanzas elementales de música.
Las enseñanzas elementales de música tendrán como objetivo contribuir a desarrollar en el alumnado las siguientes capacidades:

f) Actuar en público con autocontrol, dominio de la memoria y capacidad comunicativa.
i) Expresarse con sensibilidad musical y estética para interpretar y disfrutar la música de las diferentes épocas y estilos y para enriquecer sus posibilidades de comunicación y realización personal.


Es una pena que se limite la actuación a las audiciones de evaluación en las que se puede llegar justito en la maestría de una obra por carga de trabajo o con diversas tensiones o miedo escénico que afectan negativamente a la ejecución de la las obras. Nuestra propuesta es ganar soltura, diversión y tablas con estas actividades extra-académicas.

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